Es un ave de gran tamaño (su envergadura puede alcanzar los 2 metros) que se diferencia del águila real en que presenta unas manchas claras en la cabeza y el borde de las alas, ayudando a distinguirla fácilmente si alguna vez logramos ver algún ejemplar en vuelo. Además, la hembra es mayor que el macho (algo común en la mayoría de las rapaces) y su peso ronda los 3 kilogramos. La imperial es territorial, y necesita más de 2000 hectáreas para cazar y reproducirse. Habita sobre todo, en el ecosistema mediterráneo, principalmente bosques de alcornoques y encinas, lugares en los que encuentra conejos, su principal presa, pero también es capaz de cazar liebres, cuervos y hasta animales de su mismo peso o volumen, como zorros o gansos, a los que atrapa con sus potentes garras de hasta 40 milímetros. Sólo tiene una pareja a lo largo de su vida, con la que a menudo sale a cazar y con la que habita en un nido grande (de un metro y medio de diámetro) situado en la copa de pinos o alcornoques que soporten su peso y el de sus polluelos (hasta 3 por cada puesta). A pesar de la numerosa camada, un porcentaje muy elevado de polluelos de águila no llega a la edad adulta, principalmente debido a las actividades humanas. Los ejemplares que llegan a la vida adulta pueden vivir más de 20 años. Afortunadamente cada año aumenta el número de parejas, aunque de manera muy lenta, por lo que continúa siendo una especie en peligro debido a las amenazas continuas, principalmente de origen humano. El principal problema para su supervivencia lo supone la fragmentación del hábitat, debida al desarrollo agrícola, construcciones, carreteras… La población de águila imperial también se ve mermada cada año por la utilización de veneno. A pesar de estar prohibido desde 1989, el uso de cebos para matar depredadores (zorros, lobos…etc) es la segunda causa de mortalidad del águila. Otros problemas que dificultan el aumento de su población son la la escasez de alimento, principalmente conejo, y la electrocución, ya que las aves utilizan los postes como posaderos, y debido a su gran tamaño y al diseño de algunos postes, hay ejemplares que mueren electrocutados. Afortunadamente, hoy en día, muchos de los nidos registrados están en fincas privadas donde son protegidos hasta el extremo, conscientes de que poder observar un águila imperial hoy en día sigue siendo un auténtico lujo. |
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